¿PARA QUÉ SIRVEN LOS ABOGADOS?

Moisés MOLINA

Esta semana tuve el gusto de platicar con jóvenes estudiantes de Derecho de la Universidad de las Américas de Puebla. 

La organizadora me dio libertad para elegir el tema, que es de suyo más complejo que cuando es impuesto. 

Más allá de un tema de dogmática jurídica decidí platicar con ellos, en su lenguaje, de algo que me hubiera gustado que me platicaran cuando yo era alumno de la Facultad de Derecho. 

Porque hoy -lo veo con mis alumnos- igual que en mi tiempo, los jóvenes en las universidades están llenos de dudas que tienen que ver con el futuro y fundamentalmente respecto de cómo su carrera va a ayudar a hacer mejor ese futuro. 

Tratándose de la abogacía, cuando no tienes una guía en la familia que te clarifique el rumbo paso a paso, te inscribes a la carrera y te pones en piloto automático prácticamente de principio a fin.

Y terminas como iniciaste, lleno de dudas, pero ahora con la angustia de sentir que perdiste cuatro o cinco años de tu vida. Sin horizonte, sin futuro, sin saber qué hacer.

El origen de esa angustia está en los motivos que mueven a miles de jóvenes a estudiar Derecho. 

Creo que si, antes de estudiar derecho, los jóvenes se preguntaran “para qué sirve un abogado o una abogada”, tendrían más claro si estudian eso u otra cosa, y de paso sabrían qué puede hacer un abogado para realizarse como persona y de paso para ganarse la vida honestamente. 

Por ello, el tema que elegí para la charla fue “¿Pará qué sirve un abogado?”

Y les propuse de inicio que pensáramos en el Derecho como un instrumento que sirve para resolver problemas.

Y que con las normas jurídicas en la mano, esos problemas pueden resolverse en los tribunales; en las cámaras de diputados y senadores, en las gubernaturas, las presidencias municipales y la Presidencia de la república; en la academia y la investigación. 

Y es que, a diferencia de otras profesiones, la abogacía (cuando se aprende bien) permite a quien la ejerce trabajaren casi cualquier espacio de la vida pública. 

Así, una abogada o abogado tiene abierto un abanico amplio de realización personal y profesional según sus aptitudes, gustos, intereses e ideales.

Un buen abogado puede ser un buen litigante, fiscal, juez,activista, profesor o investigador.

Incluso puede ser varias de éstas cosas a la vez. 

Porque el conocimiento del Derecho tiene el poder de transformar la realidad desde el litigio, la justicia, el activismo, la academia, el gobierno o incluso la política. 

Muchas de nuestras desgracias colectivas tienen que ver con el desconocimiento y menosprecio de la ley y los principios y valores que la orientan. 

Y es ahí donde necesitamos más y no menos abogados. 

Por eso mi invitación fue a estudiar el Derecho sin miedo y sin reservas; sin perder tiempo, con pasión, compromiso y responsabilidad histórica.

Hoy causas hay muchas, lo que faltan son rebeldes. 

*Magistrado de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca 

NUEVO JUZGADO ESPECIALIZADO EN ÓRDENES DE PROTECCIÓN EN OAXACA

Moisés MOLINA*

Aunque la ley faculta y obliga a todas las autoridades a dictar órdenes de protección en favor de mujeres, niñas y niños que sufren violencia, en los hechos hace falta mucho por hacer.

Independientemente de los motivos, es una realidad que la autoridad (principalmente ministerios públicos) se niegan sistemáticamente a otorgárselas a mujeres víctimas de violencia. 

Por eso el principal mérito en la decisión de crear un juzgado especializado en otorgar este tipo de medidas, es la visibilización de un problema creciente.

Ahí donde nadie quiere hacerse cargo, el Poder Judicial levanta la mano para resolver un problema urgente de violencia familiar contra las mujeres. 

Este juzgado a cargo de la jueza Tatiana Sumohano fue inaugurado esta semana y tendrá competencia en los 20 municipios de los Valles Centrales en donde no hay juzgados y en la propia ciudad capital.

Es un programa piloto que va a reproducirse en el resto de los circuitos judiciales de Oaxaca en donde las violencias son aún más invisibles. 

Con una sola llamada o comparecencia, la víctima de violencia podrá obtener a través de la jueza, cuyas determinaciones son obligatorias:

1. El auxilio de las policías en el momento de urgencia en que lo solicite. 

2. La separación del violentador del domicilio de la víctima.

3. Rondines de vigilancia aleatorios en el domicilio de la víctima. 

4. Ordenar a los números de emergencia 911 y 089 registrar en sus bases de datos el nombre de la víctima para brindar atención urgente posterior al dictado de la medida de protección, en caso de ser requerida.  

5. Prohibir al violentador acercarse o tener comunicación con la víctima.

Entre otras tendientes a garantizar la integridad física y moral de las mujeres en todo momento. 

Todo ello independientemente de la investigación y castigo por los delitos que llegarán a configurarse. 

La protección de las mujeres no puede ser efectiva si no es urgente y toda mujer y sus hijos tienen derecho a saber con seguridad que tienen derecho a este tipo de medidas urgentes de protección para que ya no sigan siendo agredidas. 

De poco sirven buenas leyes protectoras, si la maquinaria encargada de hacerlas cumplir no funciona. 

Y hoy el Poder Judicial de Oaxaca, con este juzgado que ya está conociendo sus primeros casos, ha decidido dar un paso adelante donde los demás sólo “pateaba el bote”. 

Hay quienes ya estarán viendo “el prieto en el arroz”, y poniendo en duda la eficacia del nuevo juzgado. 

Están en su derecho. Pero es mil veces mejor tener algo perfectible que seguir en la nada. 

Ahora toca a las fiscalías, policías y ayuntamientos cumplir con lo que les toca.

La Magistrada Presidenta Berenice Ramírez ha decidido, desde la imagen institucional del nuestro Poder Judicial, que la impartición de justicia deba ser más humana y para todos, pero primero para las mujeres, las niñas y los niños.

Y el Pleno del Tribunal Superior de Justicia la acompañamoscon firmeza en esta decisión de política pública. 

Por el bien de todos, primero las mujeres. 

*Magistrado de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca

SENTENCIAS CLARAS

Moisés MOLINA

Si los jueces escriben o pronuncian sus sentencias de modo tal que cualquier persona entienda, no sólo el veredicto sino sus motivos, no habría necesidad de andar buscando intérpretes o mediadores.

Cada vez es más frecuente encontrar en las redes sociales personas que piden que alguien explique tal o cual decisión de la Corte, de juzgados o tribunales en términos sencillos.

Si cada que un fallo despierta sospecha, suspicacia, duda o simplemente es descalificado a conveniencia, bastaría con leerlo o ver la grabación en los casos de juicios orales, para salir de dudas. 

Ninguna garantía hay mayor de imparcialidad e independencia Judicial que la transparencia y claridad de las sentencias. 

Por ello, hoy más que nunca, los jueces están obligados a saber comunicar.

Las sentencias han pasado de ser meras decisiones a auténticos instrumentos de comunicación. 

Y, como tales, deben seguir las reglas de la comunicación efectiva. 

En mi última clase de Redacción y Terminología Judicial el Dr. Pablo Díaz dijo algo paradigmático: “las sentencias son para que las entiendan los justiciables, no sus abogados”.

Pero voy más allá .

En democracia, las sentencias de los jueces ya no interesan sólo a los justiciables y sus abogados, sino a la opinión pública.

Ello desborda ya incluso a los periodistas para llegar a mojar los pies de los usuarios de las redes sociales, porque gracias a ellas todos somos ya periodistas en potencia. 

Hoy los asuntos de relevancia social son cada vez mas y las necesidades de un público ávido de “verdad” crecen exponencialmente. 

La verdad tiene cada vez más que ver con la credibilidad, notoriedad y prestigio de quien la dice que con los hechos y su comprobación en sí. 

Nuestras sociedades se han convertido en fábricas de veredictos que satisfacen esa momentánea sed de verdad y que han desplazado a los mismos jueces.

Lo que vale ya no es lo que el juez dicta, sino lo que las autoridades mediáticas interpretan. 

Por eso no hay nada tan saludable ni tan seguro como volver al origen de la comunicación nítida, clara, breve y concisa entre los jueces y “sus públicos”.

Si los jueces comienzan a dictar sus resoluciones para que los justiciables las entiendan, claro está que las entenderá todo mundo, incluidos sus abogados.

Y no es que se pida que las sentencias pierdan rigor ni metodología. Al contrario. 

Debemos reivindicar el método de lo perfectamente entendible a la hora de ajustar los hechos al derecho y -eventualmente- interpretarlo. 

Así no habrá pretexto para que la injusticia, la parcialidad o la dependencia se esconda en la penumbra de las resoluciones oscuras e ininteligibles. 

Las palabras se hicieron para decir la verdad y es hora de que se pongan al servicio no sólo de la justicia, sino de la salud de nuestra democracia.

*Magistrado de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca 

¿QUÉ HACER ANTE EL CONFLICTO DE MÉXICO CONTRA ECUADOR?

Moisés MOLINA*

En el sueño que tenía Bolívar seguimos dando pasos hacia atrás.

Aún a pesar de que el conflicto no sea entre nuestros pueblos, sino entre nuestros gobiernos. 

Es una realidad que nuestros gobiernos cada vez menos representan a nuestros pueblos. 

Y la victoria de la actividad política  sobre el derecho y la ciencia política parece ya irreversible. 

El valor supremo de los gobiernos vuelve a ser la soberanía y la ideología excluyente. 

Y cada vez menos la democracia tiene que ver con solidaridad, cooperación, entendimiento y diálogo. 

Mientras en Europa el proceso de integración económica, jurídica y política avanza a través de la Unión Europea, en América Latina nuestros gobiernos se siguen alejando aún a pesar de que nuestros pueblos tienen vínculos históricos y raciales más estrechos. 

Nunca como ahora se había visto la abismal diferencia el gobierno y el pueblo. 

Lo que pasó en Ecuador es clara muestra de ello. 

Es la punta del iceberg de la crisis política que vive la región porque a los gobiernos y a los gobernantes les falta humildad y sensatez. 

Hoy los gobernantes se sienten dueños de sus países y esa visión patrimonialista hace que en lugar de gobernar, administren. 

Indudablemente que pueden existir diferencias de enfoque entre quienes gobiernan nuestros paises, pero el Derecho – las normas – existen para que esas diferencias se procesen y los eventuales conflictos se solucionen. 

Por eso en el Derecho Internacional existen normas (que se suponen obligatorias) que prohíben y otras que ordenan; normas que señalan procedimientos como camino para encontrar soluciones a problemas, y tratados, convenciones y pactos llenos de buenas ideas y elevados valores que también obligan (como principios) pero que hoy por hoy se desobedecen. 

Y es lo que acaba de ocurrir en Ecuador. 

Por alguna razón los países del mundo se pusieron de acuerdo en que las embajadas son inviolables y son consideradas parte del territorio de los países que representan. 

Eso, entre otras cosas, dice el hoy famoso y multicitado Tratado de Viena. 

De ahí que el asalto a una embajada es un acto gravísimo que, sin embargo, a la sombra de las soberanías no tiene más consecuencias que el rompimiento de relaciones diplomáticas. 

No hay más. La invasión a la embajada de México en Ecuador no tiene justificación. 

Nuestros gobierno nos trajeron hasta este punto cegados porel delirio y la soberbia; enfermos de supremacismo moral e ideológico de derechas e izquerdas que ven el continente como un juego de mesa que debe pintarse de un solo color. 

Habiendo tantos y tan graves problemas en nuestras sociedades, nuestros gobiernos deciden desperdiciar tiempo y energías juzgando a sus pares. 

Y eso hoy ha tenido consecuencias. 

En tanto políticos y diplomáticos arreglan lo que jodieron, nuestros pueblos (el mexicano y el ecuatoriano) deben seguir hermanados como siempre. 

Nada ni nadie puede estar por encima de nuestros pueblos, por que si algo en común tiene nuestro constitucionalismo es que la soberanía se deposita esencial y originalmente en el pueblo y no en los gobiernos. 

*Magistrado de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca